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El transcurrir del tiempo

El transcurrir del tiempo

Aunque nos sea muy difícil hacernos cargo de ello, el tiempo no existe realmente. Todos los sabios que ha estudiado el transcurrir del tiempo convienen sin excepción en ello. Lo que marcha sin detenerse jamás es la mudanza (Movimiento) de las cosas. El movimiento existe siempre en torno nuestro, como en los movimientos de la tierra, de la luna, del mar, de los animales y en nosotros mismos también. Lo mismo en nuestro cuerpo que en nuestra inteligencia.

Se ha dicho que todo cambia en el mundo que no hay nada estable. Adquirimos la idea de lo que llamamos tiempo, por los cambios que observamos en nuestra propia persona y en cuanto nos rodea. Y como quiera que estos cambios jamás cesan, acostumbramos decir que el tiempo jamás se detiene.

Tomamos una cosa que varia regularmente, tal como la posición de la tierra en su movimiento alrededor del sol y por ella medimos el tiempo. O bien nos salvemos del cambio del día y de la noche. Si todo lo que ocurre dentro y fuera de nosotros, acontece mil veces más despacio no nos daríamos cuenta de que las cosas se desarrollaban con mayor lentitud. Porque no tendríamos punto alguno de comparación.

No podemos acostúmbranos a pensar que el tiempo no transcurre

Si todo cambio cesara de improvisto. Y todas las cosas se detuvieran dónde están en un momento dado. A las cuatro de la tarde, por ejemplo, si no creciesen las sombras, ni llegase la noche. Si no sintiéramos hambre ni sed, si nuestra mente no pensase en nada. Si todas las cosas interiores y exteriores a nosotros hubiesen de quedar en el mismo estado exactamente en que se hallan en el momento elegido. Dejaría de existir el tiempo.

Hasta que empezase todo a cambiar nuevamente. Al principio, a todos se nos ocurre pensar que esto no es cierto, pero ello es debido a que no podemos dejar de pensar que las cosas siguen cambiando. Por eso tampoco podemos acostumbrarnos a la idea de que el tiempo no transcurre.